Ilustraciones realizadas por Daniel Torres
Ilustraciones realizadas por Francisco Guerrero
Ilustraciones realizadas por Daniel Valtierra
Era la década de los ochentas, el pacman había hecho su aparición y definía el mercado de los videojuegos para después pasar la estafeta al fontanero italiano salido de un juego arcaico de king kong. En las tardes podías ver al Tío Gamboín acompañado de un acartonado personaje llamado GC. El cubo de rubik era la sensación para los geeks de la época y la desesperación para todos los demás que nunca pudimos armar mas de 3 caras del famoso juguete. Un uso exagarado del color, las luces neón. Todavía seguimos con los resagos del op art, nuestras madres, tías y señoras modernas de la época vestían con camisas con hombreras, cinturones exagerados arriba de una camisa desfajada y pantalones de brincacharcos.
Una época que nuestra generación recuerda con gran añoranza por una simple razón: eramos niños y el mundo aunque mostraba indicios de estarse yendo por el retrete, a nosotros solo nos importaba lo que la caja idiota tenía que decirnos. La caja idiota que formó parte de nuestra educación en una decada de transición.
Por eso amamos los ochentas y hemos decidido hacerle un tributo a esta época donde el televisor era amo y señor. Donde si se nos presentaba algún problema podiamos hacernos pequeños, pequeñitos y viajar al bosque mágico, donde con solo desearlo podíamos ver más alla del horizonte, tener el poder, tener fuerza de oso, agilidad de puma y oído de lobo. Cuando nuestros problemas más importantes eran pasar al siguiente nivel del mario, y nuestros conocimientos más complejos se resumían en arriba, arriba, abajo, abajo, izquierda, derecha, select y start para tener multividas.
Es así como en este ejercicio lúdico, Mate colectivo se complace en invitarlos a acompañarnos próximamente a nuestra exposición que hace un tributo a las caricaturas ochenteras que marcaron nuestra vida y de cierta manera a tener una opinión de la misma.
Los Ochentas.
Próximamente las caricaturas de nuestra infancia volverán a recordanos que se siente vivir sin preocupaciones.